jueves, 11 de marzo de 2010

EL ARTE Y EL MUNDO DEL TRABAJO

jueves, 11 de marzo de 2010
Por Marcos Meléndez

Los revolucionarios de la historia y los que nos preparamos en la práctica para alcanzar la dicha de serlo, hemos discutido hasta la saciedad sobre la certeza de que el sujeto histórico del modelo socialista es el trabajador y por lo tanto, el mundo del socialismo está íntimamente ligado al desarrollo de las fuerzas productivas, al mundo del trabajo y a la liberación del trabajador para que participe en las ganancias que su trabajo produce.

El capitalismo mientras tanto reduce al trabajador al nivel del animal o la máquina porque su fin último no es el ser humano sino la reproducción del capital, y para ello, el capitalista sabe que necesita recursos materiales, recursos financieros y recursos humanos. Este concepto –recurso humano- lleva el mundo del trabajo al mismo nivel del recurso material, donde el trabajador no es un sujeto capaz de transformar la naturaleza a través de su acción, sino que se convierte en una materia prima más que tiene precio pues representa un “recurso” para aumentar sus ganancias y solo en ese sentido tiene valor. Pero ¿Cómo hace el modelo económico capitalista para hacer que el trabajador acepte esta situación tan injusta? Pues a través de la separación intencionada del mundo del arte del mundo del trabajo.

En el renacimiento, por ejemplo, antes de que el capitalismo convirtiera al hombre en máquinas del neo esclavismo, se consideraba artista a todo trabajador capaz de producir un producto terminado; es decir que un carpintero capaz de producir con los materiales adecuados y el dominio de la técnica una silla, era considerado un maestro, un artista de la carpintería y dentro de la sociedad –incluso la esclavista- se reconocía a esa persona como un creador, un ser importante en la sociedad pues se perpetuaba y se ponía por encima del animal a través del ejercicio productivo y creativo, como nos lo explica Karel Kosick en el capítulo sobre el arte y su equivalente social de su metafísica de la cultura:

En el renacimiento, el trabajo y la creación están todavía unidos porque el mundo humano nace en plena transparencia como la Venus de Botticelli nace de una concha marina en la naturaleza primaveral. La creación es algo noble y sublime. Entre el trabajo como creación y los productos más elevados del trabajo existe una vinculación directa: Los productos remiten a su creador, es decir, al hombre que se haya por encima de ellos. Kosick 1972.

El ser humano, presenta a través de su trabajo creativo una prolongación de su propio ser, es por ello que aún en la sociedad esclavista, todo humano que era capaz de producir a través de su trabajo creativo no era estratificado como esclavo sino como “artista” en el sentido real que esto tiene para la transformación de la naturaleza al servicio de la humanidad. Es decir, que el trabajo creador distingue al hombre de la bestia, por lo tanto en el capitalismo, el trabajo creador es ampliamente combatido de diferentes maneras.

Una vez creada la máquina de vapor y una vez diversificado el modelo de la línea de producción en serie, el capitalismo necesitó de un nuevo tipo de trabajador, este trabajador necesario para el neo esclavismo (capitalismo) no puede tener la libertad de producir por su propia cuenta, debe ser un tipo de trabajador que por ningún motivo alcance el nivel de artista en el mundo del trabajo, sino que como una pieza mecánica ocupe un puesto reemplazable y pagable en cadena de producción para hacer o producir solo una parte del producto terminado, pero nunca conocer el cómo se produce la totalidad.

Es así como la sociedad capitalista neo liberal se muestra más salvaje y mucho más atrasada que el mismo esclavismo, pues su sistema educativo está diseñado para formar profesionalmente de manera híper especializada para que el trabajador sea cual sea su nivel académico, esté limitado a un área muy específica de la producción mientras que el control del producto en sí, lo tenga el capitalista que contrata la mano de obra, sea esta, calificada o no.

Otro método de conspirar contra el arte en el mundo del trabajo es sublimar el hecho creativo. Hoy en día se califica el arte solo por el hecho poético, sublime y bello de este, mas no por el ejercicio productivo de creación, separando al artista actual del mundo del trabajo ignorando que la poesía no es una realidad de orden inferior al de la economía (…) es el hombre el que crea la economía y la poesía como productos de la praxis humana. Kosick 1972. En resumidas cuentas, el capitalismo pretende separar el ejercicio creativo del ejercicio productivo y pretende separar el mundo del trabajo del mundo de la transformación.

El capitalismo rompe este lazo directo, separa el trabajo de la creación, el producto del productor, y transforma el trabajo en una actividad fatigosa, extenuante y no creadora. (…) La creación es arte mientras el trabajo industrial es oficio, algo mecánico, reiterado y por lo tanto algo poco apreciado que se desvalora a sí mismo.

El trabajo enajenado que produce el capitalismo, tiene como objeto que el hombre renuncie al ejercicio creativo para dedicarse al trabajo por el trabajo, en la búsqueda de un pago para la subsistencia, mientras que el trabajo creador (arte) libera y permite al humano extender su vida a través de su creación.

Ahora bien, la poesía, la música la pintura etc., son arte en cuanto que son producto de un ejercicio creativo y son un trabajo en cuanto que tiene un valor económico de uso y de cambio para la transformación. Por lo tanto, todo artista es un trabajador si comprende que el producto de su creación tiene un valor para la sociedad o para el que lo consume y todo trabajador es un artista si logra que su trabajo tenga como resultado una producción, un ejercicio creativo. Pero si éste arte no está al servicio de una producción y de una transformación, incurre en el mismo error del trabajo enajenado. Al producir un arte contemplativo que no refleja el mundo que rodea al artista, que no denuncia, que no reflexiona, que no educa, que no transforma, que no ama las tradiciones y que no transforma la naturaleza, es arte por el arte y es tan enajenado como el obrero que está en una línea de producción sin saber para quién trabaja y sin reconocer el derecho que tiene a participar en las ganancias que su trabajo produce ni su deber de transformar las relaciones políticas y económicas para luchar por un mundo mejor.

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